Manuel Zepeda Ramos
Hubiera querido en estas horas haber escrito sobre el gran triunfo de la democracia que logró el país vecino.
Las escenas que vimos en el Capitolio, llenas de inteligencia, participación, cultura, juventud pensante, la voz de un viejo y fuerte político, lúcido, dirigiéndose a su pueblo para unirlo y reconstruirlo, son buenas señales.
Atrás quedaron cuatro años de incertidumbre y polarización. De un golpe, se acabó el insulto, la xenofobia, el desprecio, el grito del amo con amenaza a sus lacayos.
En un día, el nuevo presidente desconectó acuerdos imposibles y destructores del Planeta, con el saludo inmediato de los líderes del Mundo. Volvimos al cuidado del ambiente, a la protección de los dreamers, a la esperanza de migrantes latinos que sí trabajan en
tareas fundamentales y que hoy le dan a México el mayor ingreso de divisas -con vergüenza lo digo- , que ven en la decisión una nueva luz de esperanza. Son el inicio de cosas buenas.
Eso no quiere decir que olvidemos nuestra historia común.
¿Cómo olvidar la invasión militar de 1847 hasta la mismísima capital de nuestro país que terminó con la pérdida de media nación que hoy es soporte económico de aquella?
¿Cómo olvidar la invasión de 1914 al puerto de Veracruz y la muerte del teniente táctico de artillería José Azueta, acapulqueño de tan solo 19 años, herido en combate y que prefirió morir antes que ser atendido por un médico gringo al servicio de los invasores?
Y hay más. Muchos más en común.
Esos sucesos, los mexicanos sensatos e informados, no podemos olvidarlo. Siempre habrá de ser un referente de lo que somos.
Pero tampoco podemos soslayar de lo que hoy significa ser parte del corredor comercial mas importante de la Tierra. Debemos ser conscientes de esa peculiar situación que habrá de convertirse en el futuro de las nuevas generaciones.
Hoy, debo escribir sobre un asunto toral que envuelve al Mundo.
Un asunto que puede resultar en la gran amenaza para la humanidad, más destructora que las dos conflagraciones del siglo pasado que produjeron casi 100 millones de muertos, más intervencionista que la guerra fría, más aniquiladora que la guerra de Viet Nam que produjo 300 mil desaparecidos., más peligroso que Darth Vader, que intentó en la pantalla grande destruir a las galaxias…y que, afortunadamente, desapareció.
Una amenaza que intenta destruir al Mundo sin disparar un solo tiro:
La Pandemia.
En México, desde hace casi un mes, hemos recibido informaciones contradictorias, muchas, quizá producto del desorden que su combate trae consigo. Los viejos, hoy, ni siquiera sabemos cuando vamos a ser vacunados y si nos quedaremos sin las dos dosis. Las redes nos dicen que han habido abusos de funcionarios del sector salud que vacunan a sus familias dejando a un lado a los médicos que llevan mano, muy merecida: son los héroes de este suceso incontenible. Ahora se dice también en las redes, sin poderlo comprobar, que el gabinete de Él, sin que lo sepa, han comenzado a vacunarse, produciendo un gran enojo palaciego por parte de quien ahí vive temporalmente.
Hay desorden.
La evidencia no puede soslayarse.
El desorden en las vacunas puede generar desasosiego, molestia y preocupación.
Desorden acompañado de inexactitudes, aquí ya referidas en artículos anteriores.
Hay una variable común y global que no puedo dejar de referir: el desabasto es en todo el Planeta.
Un corresponsal en Alemania nos decía hoy temprano que aquel país no tiene vacunas. Si Alemania no las tiene, es serio.
¿Los fabricantes tienen la sartén por el mango? Pudiera.
¿Con la complicidad de los países poderosos? Tal vez.
¿Los esfuerzos de la ONU en la búsqueda de vacunas para los países pobres fructificará? Lo imploro: lo necesitamos todos.
Estamos ante la amenaza, voluntaria o involuntaria, del imperio de la fabricación de vacunas. Además, en contra del tiempo.
¿La escasez significa recomposición de nuevas tecnologías para su más rápida fabricación? lo deseo con toda el alma. No veo otra justificación, gran justificación, que no nos conduzca a la dominación.
Este escenario nos lleva a reconsiderar nuestras precauciones, ya conocidas por todos los habitantes del Planeta.
Hoy, las noticias del vecino del norte nos dicen que los jóvenes arriba de los 20 años, los que contagian a los viejos, tienen ya problemas de infección, con serios de sobrevivencia.
Que lo sepan los jóvenes de México.
Ayer vi un video en donde, en un gran soport, había un concierto de varias horas con gran afluencia de jóvenes. Lugar: Zinacantán, tierra Tzotzil, en los altos de Chiapas. En quince días habrá problemas hospitalarios en San Cristóbal.
Esto ya no puede seguir sucediendo.
Irresponsabilidad y no vacuna, hoy, van de la mano.
Mientras, Él no se cansa de polarizar, insultando todos los días. Ahora fue contra los organismos autónomos, necesarios para la observancia formal de la marcha de la democracia, que a Él le estorba.
Si hay algún valiente, atrevido de su gabinete, dígale que debe buscar al nuevo vecino. Él, es presidente de 130 millones de mexicanos, no novia ofendida. El malo ya se fue y parece que no va a volver. Dígale que no esté mandando de recadero a su canciller. debe ser Él. Le puede volar a la novia; luego el rockstar se molesta, aunque lo regañen por andar vacunando al gabinete -dicen pues las nefastas redes-, como si fuera señor feudal.
Y del T-MEC, que no es cualquier cosa ante nuestro futuro y sí muy observado por los demócratas que lo aprobaron y que hoy tienen el poder, no lo olviden, hay que empezarlo a trabajar -ya estamos un poco tarde por andar pensando en el «grosero amigo» que no llegó- y hay que saber trabajarlo.
Todo esto, se los contaré en próximos artículos.
Ya sabe: junio no se olvida; menos el día seis, que es domingo.
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