Utopía de los derechos humanos

Corolario

Raúl Contreras Bustamante

La historia de los derechos humanos es también la leyenda de la conquista ciudadana frente al poder ilimitado del Estado. Se trata de la adopción de una visión antropocéntrica que exige colocar al ser humano como el elemento fundamental de todas las cosas, por encima de los Estados nacionales.

En la actualidad, la filosofía del derecho internacional de los derechos humanos concibe que el goce y ejercicio de derechos no son actos negociables por región o cultura, sino que, al fundarse en la dignidad humana, su promoción, respeto, protección y garantía deben trascender fronteras.

Lo anterior viene a colación porque hace unos días se inauguró en Costa Rica el Año Judicial Interamericano 2023, donde uno de sus expresidentes y profesor emérito de la Facultad de Derecho de la UNAM, el doctor Sergio García Ramírez, fue invitado como orador e hizo importantes reflexiones.

El doctor García Ramírez recordó que la instalación de la Corte Interamericana significó el punto de partida de navegación en la búsqueda de la erradicación de los males que aquejan al Continente Americano: el abuso del Leviatán —poderoso y opresivo— en contra del ser humano vulnerable y desnudo; la violencia extrema; debilidad institucional; injusticia, entre otros lacerantes problemas.

Apuntó que el sistema de derechos humanos es una obra en proceso, en riesgo permanente de retroceder, y sintetizó las 10 más importantes aportaciones que —desde su punto de vista— se han logrado a la fecha.

En primer lugar, la presencia misma de la Corte —a la que México aceptó adherirse en 1998— que ha generado un constitucionalismo transformador entre sus miembros.

Segunda, la visibilización de la violencia extrema, los excesos autoritarios, la tortura y la desaparición forzada que flagelan a nuestros países.

Tercera, la aportación y creación de un sistema de deberes generales de los Estados en materia de derechos humanos que señala el respeto, garantías y abstenciones que deben ser observadas.

Enseguida, lo que denominó las “joyas de la corona”: identificación de criterios de protección de los seres vulnerables —mujeres, niños, ancianos, indígenas, enfermos y discapacitados, afrodescendientes, integrantes de la comunidad LGBTQ+, pobres, migrantes y desplazados, así como los privados de la libertad—.

Quinta, la conformación del régimen de reparaciones a las víctimas de hechos ilícitos. Sexta, el fortalecimiento de la doctrina de la democracia y el respeto del Estado de derecho en contra de la “vena autoritaria” que a menudo surge en diversos puntos de la región.

Las doctrinas jurisprudenciales que han venido a delinear el acceso a la justicia y el debido proceso; asimismo, la libertad y la organización social son también grandes aportes destacables.

En noveno sitio, señaló la existencia de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA), los que han venido evolucionando para transformarse en derechos humanos plenos.

Por último, el control de la convencionalidad, concepto creado por el propio doctor García Ramírez, que impone la obligación a todas las autoridades, en especial las judiciales, de verificar que los actos de autoridad —que pueden ser una ley o un comportamiento— se ajusten a lo pactado en la Convención Americana.

Nuestro profesor emérito apuntó que el acceso efectivo a los derechos no debe ser más una utopía, sino una realidad tangible, pues sin ellos el desarrollo social y económico no puede entenderse.

Como Corolario, las palabras del doctor Sergio García Ramírez: “El culto internacional de los derechos humanos implica, en el fondo, una reafirmación de las decisiones políticas fundamentales del pueblo. Nada más y nada menos”.


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