Corolario.
Raúl Contreras Bustamante
La Organización de las Naciones Unidas instituyó el 17 de mayo como el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información con el objetivo de propiciar la reducción de la brecha digital dentro de las sociedades y emplear las tecnologías de la información y comunicación como medios para el desarrollo integral, material y humano.
Las Naciones Unidas reconocen al derecho de acceso al internet como un derecho humano habilitante de otros derechos, entre ellos el de la educación —asequible y universal—; la cultura, la libertad de expresión y el trabajo, por citar algunos.
Ahora bien, el Inegi presentó la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2021 y la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo; en las cuales se destaca que en 2020 cerca de 71.5% de los mexicanos utilizamos internet; mientras que en 2021, fue del orden de 75.6% de la población, es decir, el acceso a internet es mayoritario, pues lo disfrutamos alrededor de 89 millones de mexicanos.
Se destaca que las mujeres son las mayores usuarias de internet —con 45.8 millones— mientras que los hombres que navegaron en la red fueron 42.8 millones. Lo preocupante en el uso del internet es que se concentra de manera abrumadora en áreas urbanas, con 72.8 millones de internautas, mientras que el medio rural sólo cuenta con 15.8 millones usuarios.
Sin embargo, debemos poner más atención en qué y para qué se está usando esta conectividad. La Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales 2022, elaborada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones, revela que entre los 10 tipos de contenidos más vistos en internet, el del arquetipo educativo ocupa el sitial 9; lo anterior se traduce en que está por debajo de los de videos cómicos, series y películas, que ocupan los primeros dos lugares.
Las instituciones de educación deben de promover, acrecentar y beneficiarse de la conectividad, pues no debemos soslayar que la crisis educativa en nuestro país se agravó con la emergencia sanitaria. De acuerdo con México Evalúa, más de 1.6 millones de estudiantes dejaron de asistir a la escuela y se registra una probable pérdida de 1.5 años en aprendizajes.
Cualquier destino de recursos públicos que coadyuve a lograr el acceso efectivo a la educación debe considerarse como inversión estratégica. El Banco Mundial apunta que en algunos países de ingreso bajo y mediano —como México— en materia de inversiones en capital humano, la rentabilidad a largo plazo es de más de 10 veces superior a la de invertir en capital físico. Asimismo, las diferencias en la escolaridad y el aprendizaje pueden representar entre un quinto y la mitad de las diferencias de ingreso entre los países.
Hoy, existen algunos avances loables en la materia. La Constitución de la Ciudad de México señala en su artículo 8, apartado C, numeral 3, que debe ser obligación del gobierno capitalino impulsar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, así como garantizar el acceso gratuito a internet en espacios y escuelas públicas. Sin embargo, el esfuerzo debe ser sistémico, progresivo, intercultural y a nivel nacional.
Lograr la sinergia entre acceso a internet y educación suficiente y de calidad tendría como resultado el fortalecimiento del derecho humano al futuro; mismo que reconoce que las generaciones venideras tienen derecho a que nuestra generación trabaje para dejarles un mundo que les permita gozar de una vida digna. Pues de lo contrario, las generaciones aún no nacidas podrían ser ya consideradas como un grupo vulnerable.
Como Corolario las palabras de Bill Gates: “Internet se está convirtiendo en la plaza del pueblo de la aldea global del mañana”.
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