Juan Carlos Sánchez Magallán
El expresidente argentino Juan Domingo Perón escribió una carta en 1972 al entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, alertando sobre los peligros de la contaminación ambiental y proponiendo una acción global para revertir la situación. La Organización de las Naciones Unidas decidió adoptar esa propuesta y desde entonces se celebra cada año este día para motivar la responsabilidad con el medio ambiente, sobre todo a la protección y el cuidado de los espacios naturales con valores singulares de flora, fauna y/o paisaje.
Existen varios programas y tratados internacionales importantes:
El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que es el primer tratado multilateral que aborda la biodiversidad como un asunto de importancia mundial, que demuestra la preocupación ante su deterioro y reconoce su importancia para la viabilidad de la vida en la Tierra y el bienestar humano.
El Acuerdo de París, que es un pacto global que busca limitar el calentamiento mundial por debajo de 2 °C y, si es posible, a 1.5 °C, mediante la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y el aumento de la capacidad de adaptación y resiliencia de los países frente al cambio climático.
El Protocolo de Montreal sobre sustancias que agotan la capa de ozono es un acuerdo internacional que tiene como objetivo proteger la capa de ozono que rodea la Tierra y que nos protege de los rayos ultravioleta nocivos del sol. Este protocolo establece medidas para eliminar progresivamente el uso de sustancias químicas que dañan el ozono.
Los peores desastres naturales en el mundo son aquellos que han causado mayor número de muertes, heridos, daños materiales y ambientales, así como impacto social y económico. Los más devastadores de la historia reciente fueron:
El terremoto y el tsunami de 2004 en el océano Índico, que afectó a varios países de Asia y África, y provocó más de 230 mil muertos, 1.7 millones de desplazados y enormes pérdidas económicas.
El terremoto de 2010 en Haití, que sacudió la capital, Puerto Príncipe, y otras zonas del país caribeño, y causó más de 220 mil muertos, 300 mil heridos y 1.5 millones de damnificados.
El huracán Katrina de 2005 en Estados Unidos, que azotó la costa del Golfo de México, especialmente la ciudad de Nueva Orleans, y dejó más de 1,800 muertos, miles de desaparecidos y evacuados, y daños materiales estimados en más de 100 mil millones de dólares.
El terremoto y el tsunami de 2011 en Japón, que generó una ola gigante que arrasó la costa noreste del país asiático, y provocó más de 15 mil muertos, 6 mil heridos y 2.5 millones de evacuados, además de un grave accidente nuclear en la central de Fukushima.
La diferencia entre un desastre natural y uno provocado por el hombre es que el primero es causado por fenómenos naturales, como terremotos, huracanes, inundaciones, sequías, incendios forestales, erupciones volcánicas y tsunamis, mientras que el segundo es causado por actividades humanas, como accidentes industriales, accidentes de transporte, accidentes nucleares, ataques terroristas y guerras. Los desastres naturales suelen ser impredecibles y difíciles de prevenir, aunque se pueden tomar medidas de mitigación y preparación para reducir sus efectos.
Por el contrario, los desastres provocados por el hombre son el resultado de errores o negligencias humanas y pueden prevenirse mediante una planificación adecuada, medidas de seguridad y gestión de riesgos. Los desastres naturales pueden causar daños generalizados y pérdida de vidas, pero los desastres provocados por el hombre también pueden tener consecuencias devastadoras para la salud humana, el medio ambiente y la economía. Ambos tipos de desastres requieren de una respuesta rápida y coordinada de las autoridades y la sociedad civil para atender a las víctimas, restaurar los servicios básicos y reconstruir las infraestructuras afectadas. ¡Ciertamente, la naturaleza es nuestra herencia, así que protegerla es nuestra sentencia!
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