Corolario.
Raúl Contreras Bustamante
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 26, reconoce el derecho a la educación como un derecho humano, la cual debe impartirse con una visión integral y humanista.
De manera contraria a la visión de que la educación es un indicador económico, este documento —ideal común de los pueblos que integran las Naciones Unidas— señala como objeto de la educación, el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos.
Por su parte, la Ley General de Educación de nuestro país entiende este derecho como un medio para adquirir, actualizar y ampliar conocimientos, habilidades y aptitudes que le permiten a la persona alcanzar su desarrollo personal y profesional para contribuir al bienestar, transformación y mejoramiento de la sociedad de la que forma parte.
En materia de política pública educativa, la evaluación es imprescindible, ya que además de cumplir las obligaciones de rendición de cuentas, a través de los resultados se asegura información útil para detectar necesidades presupuestales y definición de prioridades.
Uno de los instrumentos de evaluación fundamental de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para medir este desarrollo de los países, es la prueba PISA —por sus siglas en inglés— la cual es una valoración que se realiza cada tres años a alumnas y alumnos de 15 años, que aprecia hasta qué punto han adquirido los conocimientos y habilidades esenciales para su participación plena en la sociedad.
La evaluación PISA se enfoca en las áreas escolares centrales como: la lectura, las matemáticas y las ciencias. La recién publicada edición 2022 se instituye como la primera evaluación estandarizada en la materia —con una muestra de casi 700 mil estudiantes de 81 países— que otorga una visión de las lacerantes consecuencias que generó la emergencia sanitaria global de covid-19, los años 2020-2023.
En general, esta edición registró un retroceso en todos los miembros de la OCDE. Por ejemplo, la caída en el rendimiento en matemáticas es tres veces mayor que cualquier cambio consecutivo anterior. Sin embargo, la misma organización señala que la emergencia sanitaria fue sólo un factor, pues el declive en las puntuaciones fue evidente desde ediciones anteriores.
Nuestro país está evaluado en las tres áreas escolares muy por debajo del promedio de la OCDE y padece un descenso en puntaje frente a la edición pasada. En matemáticas se obtuvieron 395 puntos, mientras que el promedio fue de 472; comprensión lectora tuvo una puntuación de 415 frente al promedio de 476; y en ciencias, 410 puntos de un promedio que asciende a 485. Con dichos resultados, nuestro país ocupa la posición 35 de 37 países miembros de la OCDE que participaron en esta edición.
La OCDE destaca que se deben mantener las escuelas abiertas por más tiempo para más estudiantes, ya que se comprobó que los sistemas que evitaron cierres prolongados obtuvieron puntuaciones más altas y se identificó en su comunidad un fuerte sentido de pertenencia.
Asimismo, se recomendó preparar a los estudiantes para el aprendizaje autónomo y construir bases sólidas para el aprendizaje y el bienestar de todos los estudiantes; esto incluye combatir la inseguridad alimentaria, las condiciones económicas adversas y mejorar la seguridad en los planteles.
La educación pública de calidad representa la vía más democrática de desarrollo de la población. Ninguna transformación de fondo se podrá lograr si no somos capaces de brindar mejor educación a nuestros jóvenes
Como Corolario la frase de John F Kennedy: “La libertad sin educación es siempre un peligro; la educación sin libertad resulta vana”.
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