Juan Carlos Sánchez Magallán
África es el tercer continente más grande del mundo por extensión territorial. Su superficie terrestre representa 20.4 por ciento del total del globo terráqueo, su población es de más de mil millones de habitantes, menos de 15% de la del mundo. El continente se organiza en 55 países, siendo todos ellos, miembros de la Unión Africana (UA).
El índice de natalidad ha sido históricamente muy alto, aunque también lo ha sido la tasa de mortalidad infantil como escasa la esperanza de vida, debido a la pobreza en la que viven la mayoría de los habitantes africanos, a sus condiciones sanitarias y medioambientales que han favorecido la rápida expansión de epidemias y pandemias.
África tiene menos de 10 ciudades con un millón de habitantes, por lo que la distribución de la población es muy irregular, si agregamos la carencia de recursos naturales que derivan en consecuencias importantes como la seguridad de sus habitantes en todo el continente, el despoblamiento de amplias zonas con una ausencia de autoridad de los gobiernos centrales facilita la actividad de grupos terroristas y del crimen organizado. Por otro lado, en aquellas áreas de abundantes recursos naturales, en las cuales existen la mayor concentración de población, abundan actores no estatales que han sacado provecho de todos sus recursos ante la incapacidad de los endebles gobiernos locales para imponer su autoridad.
La Unesco señala que los orígenes del tráfico comercial se remontan a la prehistoria. Los primeros relatos datan de la antigüedad y cuentan de los nómadas que organizaban el comercio entre Leptis Magna y el Chad, en el siglo uno a. C. con el ascenso del imperio romano, se comerciaba oro, esclavos, marfil y animales exóticos para los juegos de circo en Roma, época en la que surgió el nombre de África.
Estados Unidos, China y Europa compiten para lograr los mejores acuerdos comerciales con el continente africano, para la importación de materias primas y la explotación indiscriminada de todo el territorio para incrementar sus ya desarrolladas economías.
Grandes empresas multinacionales han hecho del continente africano una mina de oro, pues dueños de los recursos económicos y la tecnología sostienen relaciones inequitativas con toda la gente que contratan a su servicio y que como consecuencia los países africanos obtienen escasas ganancias de todas estas empresas que operan en su territorio, con acuerdos muy ventajosos, además de que África sigue sufriendo la presencia de conflictos internos y de alta violencia, con los consecuentes desplazamientos forzosos de la gente de sus lugares de origen.
En materia de salud, los centros y clínicas son de alta necesidad, por la alta mortalidad de los menores de edad, y las altas enfermedades bacteriológicas que pueden provocar con facilidad otra pandemia, distinta al ébola que ya tienen controlada.
El crecimiento de África ha sido notable, pues su población es joven y abundante, 50% es menor a 20 años, edad que les permite trabajar en la búsqueda del desarrollo económico.
África registró en los últimos años un crecimiento superior al de Latinoamérica y Europa, es de las 10 regiones que más rápido se recuperó de la recesión económica de 2008, además los analistas estiman que en 2020 alcanzó un PIB de 2.6 billones, cifras que ubican al continente en una posición privilegiada frente al resto del mundo, hoy por lo atractivo que se convierte para la inversión y los negocios internacionales, para el desarrollo y comercialización de sus abundantes recursos naturales, como el petróleo, gas natural y minerales valiosos, en especial la extracción de diamantes. Es preciso destacar qué África formó una asociación de países denominada la Unión Africana (UA), que no ha logrado integrarse como la Unión Europea (UE). Mucho camino por delante tienen los africanos para evitar los abusos que desde el colonialismo practicaron en sus territorios, ¿o no, estimado lector?
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