16 de septiembre

Juan Carlos Sánchez Magallán

Cada 15 de septiembre recordamos con orgullo el inicio de nuestra Independencia, y el 16 de septiembre lo celebramos con el tradicional desfile cívico-militar, en el que nuestras Fuerzas Armadas reafirman su lealtad al pueblo de México y a las instituciones democráticas de la República. Este año, en Palacio Nacional, el mensaje del secretario de Marina, el almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, marcó un hito de enorme trascendencia: la honestidad, la transparencia y la justicia como principios rectores de la vida pública y militar.

En un discurso frontal, reconoció que la Marina ha enfrentado actos reprobables que no podían ni debían ocultarse, porque el silencio y el disimulo jamás pueden ser opción en una institución que se debe al pueblo. “La verdad nos fortalece, la justicia nos determina y la honestidad nos sustenta”, afirmó, subrayando que la lucha contra la corrupción y la impunidad son parte central de la transformación nacional.

Este pronunciamiento tiene un valor incalculable, porque reafirma que la corrupción no distingue ámbitos: se encuentra tanto en lo público como en lo privado, y su erradicación debe ser un compromiso colectivo. La justicia, como nos enseña la diosa Temis, es ciega por convicción: lleva una venda en los ojos para garantizar que se aplique sin distinciones, favoritismos ni privilegios. Nadie debe estar por encima de la ley, porque la justicia verdadera es general, universal y equitativa.

El mensaje del secretario de Marina, emitido en el marco de las celebraciones patrias, refleja que nuestras Fuerzas Armadas no sólo son la institución más querida por el pueblo, sino también la que mejor ejemplifica la lealtad a México: una lealtad que se traduce en transparencia, congruencia y firmeza para enfrentar cualquier desafío.

La celebración de septiembre no debe verse únicamente como una conmemoración histórica, sino también como una invitación constante a reflexionar sobre el presente. La Independencia no es solamente un recuerdo de 1810, sino una tarea vigente que exige de cada ciudadano coherencia, compromiso y respeto a los valores que nos dan identidad nacional.

Es fundamental comprender que la independencia contemporánea ya no se libra con armas ni en campos de batalla, sino en los espacios donde se construyen las decisiones colectivas: en la vida pública, en las instituciones, en la administración de justicia, en los medios de comunicación, en la academia y en cada hogar. Allí es donde se juega el destino de nuestro país.

Por eso, cuando hablamos de lealtad y de valores cívicos, no nos referimos a conceptos abstractos. La lealtad es honrar la palabra dada, cumplir con el deber en cada trinchera, ser congruentes con los principios que proclamamos y actuar con responsabilidad frente a nuestra comunidad. La honestidad, por su parte, no sólo se limita a no robar, sino que también significa ser íntegros en cada acción, transparentes en cada decisión y conscientes de que toda omisión afecta el tejido social.

En este contexto, las Fuerzas Armadas representan el mejor ejemplo de disciplina y vocación de servicio. Cada año, con el desfile del 16 de septiembre, recordamos que la unidad nacional no se sostiene únicamente con discursos, sino con el trabajo conjunto de quienes ponen por delante el bien común. Este compromiso debe inspirar también a los ciudadanos, porque un país fuerte no lo hacen únicamente sus instituciones, sino la suma de la responsabilidad individual y colectiva.

En este mes patrio, vale la pena subrayar que la independencia de hace más de dos siglos nos heredó soberanía, pero que la independencia de hoy se gana día a día con la erradicación de la corrupción, con la aplicación imparcial de la justicia y con la lealtad absoluta a la República. El desfile del 16 de septiembre no sólo es la máxima representación de nuestro orgullo nacional, sino también el símbolo vivo de que la lealtad a la patria se demuestra con hechos, y que la justicia y la honestidad son los pilares para construir un México más fuerte.

México es un país con retos enormes, pero también con un espíritu inquebrantable. Cada celebración patria nos recuerda que somos herederos de una historia de lucha y sacrificio, y que, por tanto, tenemos la obligación de estar a la altura de ese legado. Construir un México justo y honesto es la mejor manera de honrar a quienes iniciaron la gesta de Independencia y de asegurar que las futuras generaciones vivan en una nación más próspera y equitativa. ¿O no, estimado lector?


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