Tricentenario del natalicio de Jacobo Casanova. (II)

Memorias.” (Tomo I)

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

El valor de las memorias de Casanova es muy amplio, debo reiterar que si bien gran parte del contenido tiene como tema central sus pasiones amorosas y eróticas, las memorias van más allá del puro tema sexual. Los dos voluminosos tomos abordan un sinfín de temas de la sociedad europea del siglo XVIII. El autor nos lleva a vivir a bellas casonas en la clásica Venecia, permanentemente viajaremos en góndolas de un lugar a otro acompañando al protagonista en sus singulares aventuras, después recorremos la inigualable ciudad de París, caminaremos en el palacio de Versalles, iremos a Fontainebleau, allí conviviremos con la alta sociedad francesa; con el rey Luis XV, con su apreciada amante Madame de Pompadour, quien, por cierto, consintió y protegió bastante a Casanova. En ese mismo ambiente sabremos algunas cuestiones íntimas de personajes como Voltaire, D´Alembert. Realmente las memorias son un vastísimo mosaico de costumbres, sucesos, y, particularmente, representan al desnudo la forma de vida y conducta de toda esa sociedad.

Nuestro personaje no es un simple vulgar seductor, si bien es guapo, alto, elegante, viste y huele impecable, su principal fortaleza se encuentra en que es un ser culto, encantador, posee un lenguaje amplio, se conduce de acuerdo con las circunstancias y el lugar donde se encuentra. No es un tipo corriente que se apodera de la palabra, ni mucho menos pretende destacar impresionando con sus saberes o gesticulando con su belleza. Casanova es observador, habla cuando lo tiene que hacer, sabe escuchar, presta atención con la mirada, es atento con las damas y con los caballeros. Eso no significa que a todo diga que sí, al contrario, si logró cautivar a todas las personas con las que interactuó fue precisamente por conducirse de forma segura, firme, pero con clase, educación y categoría. Era cortés por naturaleza, mas, cuando debía defender ciertas posturas lo hacia con firmeza, les comparto el siguiente ejemplo: el autor se reunía de manera permanente con personas de “alta estirpe”:

Varias señoras distinguidas me pidieron que les fuera a dar clases de italiano, para tener, según me dijeron, el gusto de enseñarme francés; en este cambio yo ganaba más que ellas. La señora Préodot, que era una de mis alumnas, me recibió un día en cama y me dijo que no tenía humor para dar clase, pues se había medicinado por la noche. Entonces traduje tontamente una frase italiana y le pregunté con señalado interés si había descargado. –¡Señor! ¡Qué cosas me pregunta! Es usted insoportable. –Volví a la pregunta, y nueva explosión por su parte. –No pronuncie semejante palabra. –No se enfade, es la palabra adecuada. –Todo lo contrario señor, es muy sucia; pero déjelo. ¿Quiere desayunarse? –No; ya lo hice, he tomado un café y dos saboyanos. –¡Ah! ¡Dios mío! Estoy perdida, ¡qué loco desayuno! ¡Explíquese! –He tomado café y me he comido dos saboyanos mojados en él, que es como lo hago todas las mañanas. –Eso es tonto, amigo mío: un café es la tienda donde lo venden, y lo que se toma es una taza de café. –¡Bueno! ¿Es que ustedes beben la taza? En Italia decíamos un café y no se nos ocurre pensar que es la tienda. –¡Y quiere tener razón! Y los dos saboyanos, ¿cómo se los ha tragado? –Mojados en el café, ya que no eran mayores que los que tiene usted en la mesa. –¿Y a ésos los llama usted saboyanos? Llámelos bizcochos. –En Italia los llamamos saboyanos, porque los inventaron en Saboya, y no tengo la culpa de que usted se haya creído que me he tragado a dos cargadores de la esquina, gordos y robustos, a los que ustedes en París llaman saboyanos, y que muchas veces no han estado allí nunca.” 

Me interesó esta anécdota, porque en toda la historia se percibe no tan sólo la amplia cultura de Jacobo, además, su lenguaje es amplio, fluido, culto, pero claro, no hay un sólo dejo de impostura o falsas pretensiones lingüísticas.  Regresando a lo que más atrapa: su vida como seductor, nos encontraremos con una aventura que sobresale, ésta la vivió con la señorita C.C. La bella joven C.C., es descrita como una hermosura angelical. Casanova desde el primer momento que la vio quedó deslumbrado. Tuvo que ser paciente y cumplir con todo el proceso de conquista. Pese a que el hermano de C.C., facilitaba el camino para que Casanova conquistara a su hermana, y la madre de C.C., también aprobaba al enamorado, realmente la señorita C.C., se conducía de forma sensata y no corrió prisa, quiso que el enamoramiento y la pasión fuera genuina, al final se encendió la chispa y el fuego creció y creció hasta que la gran llama estalló:

Dispón de mí, amigo mío. Prometo a Dios y a ti ser desde este momento y por toda la vida tu fiel esposa; así se lo diré a mi padre y al sacerdote que bendiga nuestra unión… – ¡Oh, Dios mío! ¿Es posible que toque tan de cerca la felicidad? Después de haberla abrazado tiernamente, fui a decirle a la dueña del casino que no nos llevara la comida hasta que la llamásemos y que no nos interrumpiera. Mientras tanto, mi encantadora C. C., se había acostado en la cama vestida, pero le dije que los velos importunos asustaban al amor, y en menos de un minuto la convertí en una nueva Eva, bella y desnuda, como si acabara de salir de las manos del supremo artista. Su piel, suave como una seda, era de una blancura deslumbrante, que destacaba más su soberbia cabellera de ébano, que había extendido sobre su espalda de alabastro. Su talle esbelto, sus caderas ampulosas, su cuello perfectamente modelado, sus labios de rosa, su color animado, sus grandes ojos de los que escapaban a la vez la dulzura y la chispa del deseo, todo era de una belleza perfecta y presentaba a mis ávidas miradas la perfección de la madre de los amores, embellecida por todo lo que el pudor añade de encantador a los atractivos de una mujer hermosa.”

Así estuvieron viviendo varios días de pasión intensa. Imagínese a Casanova enamorado, poseyendo a una joven de diecisiete años, delgada, alta, con caderas definidas, piel blanca, suave, seguramente podía pasarse horas y horas besándola, oliéndola, disfrutando cada parte de su piel, sus labios. No obstante, la joven debía consolidar esta pasión en un acto matrimonial, entonces, habló con su padre y éste no aprobó al enamorado, el papá de C.C., tenía otros planes matrimoniales para su hija. Aquellas sociedades fueron así, las mujeres se casaban con los maridos que los padres elegían. C.C., inmediatamente fue internada en un convento. No tuvo tiempo ni de despedirse de su amado Jacobo. Ambos jóvenes sufrían. Sin embargo, a los pocos días ella encontró la manera de enviarle una carta a Jacobo y así estuvieron comunicados por un tiempo. Poco a poco fueron encontrando la forma de que mínimo pudieran verse. La historia continúa y Casanova asiste a la iglesia donde puede ser visto por la bella C.C., acude a misa de manera constante, esto hace que se convierta en un personaje admirado, las monjas lo observan y todas opinan de él. Se preguntan qué dolor tan grande debe sufrir para tener tanta necesidad de Dios.

C.C., encuentra refugio en una monja llamada M.M. Sí C.C., representaba ser una diosa griega, M.M., parecía ser la misma Afrodita surgida de las olas del mar. Dos esculturas humanas que casi casi se antojan intocables por tanta belleza. Bueno, la monja M.M., de tanto observar a Casanova se enamoró de él. Un día se atrevió y le envió una carta, aquí empieza todo un misterio epistolar que llevará, no sin riesgos para la monja, a conocer al seductor galán. No quiero ni platicarles todo lo que sucederá, no exagero en decirles que el lector podrá disfrutar uno de los relatos más cautivadores, ¿quién no ha soñado con hacerle el amor a una bella, pero bella monja? No podrá usted ni imaginarse la profundidad pasional y erótica de esta historia.

Así se concluye el presente mes dedicado a recordar el natalicio del seductor más cautivante, el gran Jacobo Casanova, quien en sus memorias nos recuerda que: “al recordar los placeres pasados, los renuevo, gozo una vez más”, y que ya de viejo al momento de escribir estas memorias, afirma que todos sus recuerdos eran un bálsamo para su corazón. Hay que vivir profundamente, intensamente, morir en la nada es un espectáculo vergonzoso. 

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com

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